Enfermeras obstetrices promueven la salud en localidades de Bolivia

Un programa busca disminuir los embarazos de adolescentes, la mortalidad materna y la deserción escolar.

Camargo, Bolivia. «¿A qué edad tuvo usted su primera relación sexual?», pregunta Cristina Pinto a un
periodista con el que conversa sobre su trabajo. La enfermera obstetra es responsable de salud comunitaria en Camargo, una ciudad y municipio del departamento de Chuquisaca, en Bolivia. La pregunta la dispara con tal naturalidad que sorprende a su interlocutor y provoca las risas de sus acompañantes. Para ella, es normal hablar de eso, lo hace a diario con la gente con la que trabaja y
con quienes capacita en temas de salud sexual y reproductiva.

Cristina Pinto Espinoza tiene 32 años y lleva tres como funcionaria del Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA, por sus siglas en inglés). Y aunque comúnmente se crea que al ser enfermera obstetra debería ocuparse solo del cuidado de la mujer durante el embarazo, parto y posparto, sus tareas van más allá de ello. En la gestión comunitaria en salud, su formación profesional la lleva a realizar acciones de incidencia, abogacía, seguimiento, asistencia técnica, salud materna, salud del adolescente, salud de la persona con discapacidad y apoyo para el empoderamiento e inclusión en la salud sexual y reproductiva. 

Natural de Tupiza, ciudad del departamento de Potosí, estudió Enfermería Obstétrica en Tarija, urbe del departamento homónimo situado al sur del país. La carrera la ofrecen solo tres universidades bolivianas: San Francisco Javier, en Sucre; Nacional Siglo XX, en Potosí; y Juan Misael Saracho, en Tarija. Todas cuentan con el apoyo de UNFPA, en su afán de prevenir la muerte materno-infantil y el embarazo de adolescentes. La Encuesta de Demografía y Salud señala que, en 2016, la tasa de fecundidad en mujeres entre 15 y 19 años fue de 71 nacimientos por cada 1.000 jovencitas.

El programa de UNFPA, del que ella es una de las cuatro enfermeras obstétricas que forman parte, comenzó a aplicarse en 2018 en cinco municipios:  en Camargo y San Lucas, en el departamento de Chuquisaca; y en Tupiza, Uncía y Llallagua, en el departamento de Potosí.

 

Desafiando un tabú

En Camargo, Pinto causó una revolución a su llegada. Lo primero que hizo fue articular a las autoridades de salud y educativas para trabajar mancomunadamente a favor de la comunidad, principalmente con los y las adolescentes y jóvenes. «Con ella, logramos planificar y coordinar para hablar sobre derechos sexuales y reproductivos, un tema tabú en nuestro municipio», indica la exconcejala Julia Mancilla, una abogada que destaca el rol de la enfermera obstetra por las capacitaciones que imparte. «En algún momento, hubo negativa de los padres de familia e incluso de los maestros a que se informe a los chicos sobre los métodos anticonceptivos que hay disponibles. Según ellos, estábamos motivándolos a tener relaciones antes de tiempo», asegura. 

Tres años después, la tupiceña siente satisfacción por lo alcanzado: según datos del SNIS-VE, los embarazos de niñas y adolescentes se redujeron de 25% en 2017 a 15 % en 2020. El último dato actualizado del SNIS indica que en 2020 se registraron 39.999 embarazos de adolescentes; número inferior al de 2017: 60.850.

Mancilla maneja incluso una cifra más ilustrativa: «En 2011, teníamos alrededor de 180 casos de embarazos no deseados; hoy tenemos 35», y a ello agrega la disminución de la deserción escolar. A esto hay que sumar la certificación del AIDA (Atención Integral Diferenciada al Adolescente), un servicio que promueve el diálogo entre el personal de salud y adolescentes en un espacio privado, en el que cuentan con personal médico y de Enfermería y apoyo psicológico. Asimismo, se ha logrado la atención oportuna a las víctimas de violencia sexual, la educación sexual y reproductiva a personas con capacidades especiales y la activación del comité de mortalidad materna aprobado por el Sedes (Servicio Departamental de Salud).

Para el AIDA y la implementación de un lugar adecuado para los y las adolescentes, el Gobierno Municipal de Camargo cedió un espacio en la Terminal de Buses. La médica Delma Farfán, que fungía como Coordinadora de la Red de Salud del municipio, cuenta la experiencia: «Desde su apertura, allí se brinda atención médica general, orientación sobre métodos anticonceptivos y consejería para la prevención de embarazos, enfermedades de transmisión sexual y violencia física y sexual». Hasta 2020, se atendió a 1.580 adolescentes que aprovechan la infraestructura para actividades recreativas como la lectura, la música y las manualidades. Y para evitar la incomodidad de los chicos al momento de adquirir condones en las farmacias, se instaló un dispensador gratuito en un pasillo libre de miradas indiscretas en el hospital de Camargo.

De la ciudad al campo

Camargo, situada a 325 km de Sucre y con 4.500 habitantes según el censo 2001, cuenta con un hospital de segundo nivel en la ciudad —el San Juan de Dios— y ocho puestos comunales. A esta red se le suma el AIDA y el AIDA Móvil, que Pinto y su equipo multidisciplinario vieron como una estrategia para conseguir que el adolescente tenga atención médica en el lugar donde se encuentre. Con esto, considera ella, se ha logrado que los chicos sientan que, al ser atendidos en un espacio intercultural, el servicio es amigable y confidencial. Delma Farfán encuentra que estas consultas son fundamentales para la prevención de los embarazos, considerando que la vida sexual en la zona comienza a partir de los 14 años de edad.

Las calles polvorientas de Mollini ven el ir y venir de los y las escolares, al rayo del sol, a 2.650 metros sobre el nivel del mar. A su puesto de salud llega la enfermera obstetra en compañía del médico SAFCI (Salud Familiar Comunitaria Intercultural), José Fernández. El minúsculo centro médico acoge a niños, niñas y adolescentes para las charlas de salud sexual y reproductiva, aparte de prevención de violencias. Allí, a 45 km de Camargo, en tierras productoras de duraznos, la médica Claudia Blanco y el auxiliar de Enfermería Francisco Cruz. coordinan con ellos las acciones que incluyen a mujeres adultas embarazadas o que desean evitar el embarazo. Teniendo en cuenta los usos y costumbres de la población, hay un espacio para el médico tradicional y los partos naturales.

 

Expresando libertad

Elva Luz Rodríguez es una tímida adolescente de 16 años. Hace tres años lleva implantado en su brazo izquierdo un chip anticonceptivo con el que asegura sentirse “normal”. Fue su madre la que lo solicitó a la médica del puesto de salud para asegurarse de que su niña no fuera a embarazarse. A su vez, la veinteañera Alessandra Ávila acude a los controles prenatales consciente de que pueden evitarle la muerte a ella y a su bebé. En una de sus visitas decidió que luego de tenerlo se implantará un dispositivo intrauterino. «Ahora, las personas que acuden a un servicio de salud pueden expresar sus necesidades con más libertad», indica Pinto. Y no solo eso. Según palabras del comunario Víctor Machuca, desde que se dan charlas de salud sexual y reproductiva en Mollini, las mujeres saben que tienen derechos.

 

En tres años, los embarazos de adolescentes en Camargo disminuyeron 10 puntos porcentuales gracias al trabajo de una enfermera obstetra que logró articular entidades de salud y educación. La profesional sigue un programa del UNFPA, que busca disminuir los embarazos de adolescentes, la mortalidad materna y la deserción escolar.

Cifras Principales

  • Un estudio del Ministerio de Salud de 2011 indica que Bolivia tiene la segunda tasa más alta de Latinoamérica, con 160 defunciones de cada 100.000 nacidos vivos.

  • La Encuesta de Demografía y Salud de Bolivia señala que la tasa de fecundidad en adolescentes en 2016 fue de 71 nacimientos por cada 1.000 jovencitas.

  • El Sistema Nacional de Información en Salud (SNIS-VE) informa que en 2020 se registraron 39.999 embarazos adolescentes; número inferior al de 2017: 60.850.

  • Según el Sistema Nacional de Información en Salud (SNIS), el 25 % de embarazos de niñas y adolescentes de 2017 en Camargo, se redujo a 15 % en 2020.

  • Hasta 2020, el AIDA atendió a 1.580 adolescentes en Camargo.

Esta práctica es exitosa porque…

La experiencia de las enfermeras obstétricas fortaleció las capacidades locales y eliminó muchas de las barreras para lograr la equidad sanitaria en Salud Sexual y Reproductiva (SSR) en las zonas rurales de Bolivia.

En lugar de depender de estrategias nacionales y desplazarse a centros urbanos para acceder a la atención, esta innovadora práctica capacita a las comunidades para abordar de inmediato sus necesidades más acuciantes.

El trabajo de las enfermeras  aborda los obstáculos a la salud sexual y reproductiva. Trabajar con parteras tradicionales ayuda a llegar a más madres. Trabajar fuera de las clínicas,  ayuda a llegar a más adolescentes y colaborar con las autoridades locales, amplía su alcance mediante planes políticos y estratégicos.

Además, la contribución de las enfermeras obstétricas al desarrollo de capacidades entre el personal sanitario a nivel local ayuda a satisfacer la creciente demanda de atención de calidad. 

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