Casas maternas para reducir la mortalidad materna y perinatal – Nicaragua

Un tejido comunitario que contribuye a salvar vidas

Yalí, Jinotega. Nicaragua. El cinco de  abril de 2017, Hazel María Sáenz y su pareja empezaron una vida juntos en los cerros  de Aguacatales, a unas dos horas del municipio de Yalí, en el departamento de Jinotega. Ella tenía 18 años, se sentía fuerte y motivada, y con el ímpetu de un nuevo futuro ayudó en la construcción de la que sería su primera casa. Esa misma tarde, un torbellino arrasó las paredes y un ladrillo golpeó su cabeza. “La gente dice que yo estaba como muerta, tuvieron que llevarme al hospital de Jinotega”, cuenta Hazel.

Por fortuna, el golpe no fue grave, pero reveló algo que ni ella ni su compañero sabían: tenía un mes de embarazo. “Para nosotros esa fue una buena noticia”, afirma la joven, que ahora tiene 23 años y cursa las últimas semanas de su segunda gestación. Ambos embarazos han sido estrictamente controlados por el sistema de salud pública, que cubre desde la comunidad hasta el hospital departamental donde Hazel tendrá a su bebé.

Embarazos controlados desde las comunidades

Entre las mujeres que viven en zonas rurales y recónditas, la lejanía de los hospitales calificados para asistir partos es tal, que deben optar por tener a sus bebés en sus casas, con todos los riesgos que eso conlleva. Sin embargo, desde hace años se ideó un sistema que viene dando notorios resultados positivos en la salud tanto de las mamás como de sus bebés: las casas maternas.

En las aldeas o comunidades como Aguacatales, un centro de salud primario, con un médico y una enfermera, lleva el control prenatal de las embarazadas hasta la semana 36 de gestación, y luego las remiten a la casa materna más cercana. 

“Si el embarazo transcurre sin inconvenientes, el doctor o la enfermera llaman una ambulancia desde la ciudad de Jinotega, donde está el hospital más cercano, y la ambulancia me recoge prácticamente en la puerta de mi casa”, narra Hazel. La madre se despide de su pareja y su hija, que ya cumplió cinco años, y agradece al médico y la enfermera del centro de salud primario. Luego del protocolo, avanza unas dos horas hasta la casa materna “El Socorro. Cuidado y cariño para vos y tu niño”, en el municipio de Yalí.

A la entrada la espera Hortensia Herrera, de 70 años, que lleva la mitad de su vida como partera y dirige la casa materna. “Cada madre embarazada se recibe con el mismo cariño, hay una cama esperándola y actividades recreativas para que se desconecte de todo el trabajo doméstico que realiza hasta la hora de salir hacia acá”, comenta Hortensia.

En estas zonas rurales de Nicaragua, por lo general, los hombres se dedican a tiempo completo a las labores agrícolas y las mujeres, a las domésticas y al cuidado de los niños; por eso, las mujeres acuden solas a las casas maternas. De todas formas, la mayor parte de los padres concurren a los hospitales durante los partos y, en los días previos, llevan alimentos que cosechan, además de ropa o insumos de higiene a las casas maternas.

Comunidad involucrada

En las comunidades más alejadas de los centros de salud primarios, el Ministerio de Salud ha instaurado un modelo al que llama Casa Base: se trata de familias voluntarias que reciben la capacitación elemental para suministrar medicina básica, y atender situaciones menores y primeros auxilios en la comunidad. Estos voluntarios funcionan a modo de «antenas» que reportan al centro de salud, tan pronto como sea posible, cualquier incidente grave o irregularidad con las mujeres embarazadas.

“El modelo de atención en salud es la suma de diversos esfuerzos que incluyen el voluntariado de la comunidad, pero también inversiones públicas en caminos, carreteras y centros de salud equipados con lo necesario para una atención integral a las embarazadas y sus bebés”, resalta el doctor Samir Aguilar, director del Modelo de Salud del Ministerio de Salud de Nicaragua (MINSA).

Según una ficha del MINSA, referida por el Dr. Aguilar, las muertes maternas pasaron de 93 por 100 mil nacidos vivos en 2006, a 38 por 100 mil nacidos vivos en 2020.

La mayoría de las mujeres que mueren durante el embarazo o el parto provienen de zonas rurales con poco o ningún acceso a servicios de salud, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud. Por eso, las casas maternas, como la que aloja a Hazel y a otras quince mujeres, han sido clave para reducir la mortalidad materna en Nicaragua. Solo en 2020, más de 67 madres egresaron con sus bebés sanos en perfecto estado de salud luego de los cuidados recibidos en las casas maternas.

Un segundo hogar 

Las casas maternas, en realidad, son como un hogar temporal para el cuidado permanente de las semanas o días previos al parto. “Aquí las muchachas colaboran solamente con la preparación de sus alimentos, el aseo de su ropa y el orden de sus camas”, afirma Hortensia, mientras recorre la casa. Además, mientras esperan a dar a luz, reciben entrenamiento para emprendimientos, aprenden a coser y bordar o a elaborar productos de mercado que les permitan generar ingresos a futuro.

“A las primeras señales de inicio de labor de parto, la doctora de la casa materna traslada a la madre al hospital departamental, en donde finalmente dará a luz”, explica Hortensia.

Luego del parto, las madres y sus bebés pueden retornar a la casa materna y alojarse unos días más, hasta que estén listas para el retorno a su hogar, en sus comunidades. Hazel destaca y agradece la labor de las casas maternas y, en especial, el apoyo que las mujeres se brindan entre sí. “Para mí es como estar en mi casa, como estar con mi familia; nosotras, con las otras madres, nos acompañamos y nos cuidamos mutuamente, y doña Hortensia, la partera, es como una madre para nosotras”.

Según la Organización Mundial de la Salud, la zona donde viven las mujeres y el nivel de sus ingresos económicos siguen siendo determinantes para el desenlace de los partos. En Nicaragua, las autoridades de salud pública han desarrollado un sistema que reduce esas brechas involucrando a la propia comunidad y sus conocimientos.

Cifras principales

  • En 2005, existían solamente 50 casas maternas, algunas administradas directamente por el MINSA, y otras por Organizaciones No Gubernamentales. A partir de 2007, por orden presidencial, todas pasaron al MINSA.
  • En 2021, había 178 casas maternas en funcionamiento.
  • Solo en 2020, más de 67 madres egresaron con sus bebés sanos en perfecto estado de salud, luego de los cuidados recibidos en las casas maternas.
  • Según una ficha del MINSA referida por el Dr. Aguilar, las muertes maternas pasaron de 93 por 100 mil nacidos vivos en 2006, a 38 por 100 mil nacidos vivos en 2020.
  • La mortalidad infantil en 2006 fue de 29 por 1000 nacidos vivos, y ha bajado a 13 por mil nacidos vivos en 2020.
  • El uso de las casas maternas aumentó. En 2006, albergaron a 9,205 mujeres y en 2019, a 66,175 mujeres.
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Esta práctica es exitosa porque…

Asegura que las mujeres de las comunidades más aisladas y de escasos recursos tengan acceso a una atención de parto calificada, que les puede salvar la vida. El énfasis en la atención humanizada y la colaboración con líderes y parteras tradicionales es fundamental para lograr tasas de utilización tan altas.

Los recursos que se ponen a disposición de las mujeres y las familias que se alojan en casas maternas van más allá de brindar asistencia calificada en el parto y eso las distingue de casas maternas en otros países. Las casas maternas de Nicaragua abordan múltiples determinantes de la salud, incluida la educación, a través de clases de salud y el desarrollo de habilidades; la vivienda, a través de estadías gratuitas en la casa materna; el transporte gratuito, organizado desde la comunidad a la casa materna; e ingresos, a través de talleres de emprendimiento.

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